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Punto de partida

01/10/2018

 

¡Bienvenidos!

Para estrenar este blog nos centraremos en ¿qué características definen a un buen maestro? Como dijo Nichlas Spears:

 

"Los maestros inspiran, entretienen y acabas aprendiendo mucho de ellos, aunque no te des cuenta."

Nichlas Spears

La figura del docente no solo enseña contenido de matemáticas, lengua o ciencia, también despierta una motivación e interés en el alumno por la materia. En mi experiencia como alumna he notado a menudo que mi interés en una misma asignatura varía significativamente dependiendo del profesor. Así pues, la diferencia reside en lo que ese lector despierta en mí, ya sea motivación, interés o curiosidad para saber y aprender más.

 

La tradición docente ha sido marcada por la distinción de dos roles claramente pautados: el de profesor y el del alumno. El primero goza de una posición autoritaria y es quién dicta las reglas y las normas que los alumnos deben cumplir. Además, es el encargado de transmitir unos conocimientos que, generalmente, se exponen en forma de monólogo unidireccional. Los alumnos, en cambio, juegan un papel subordinado a los parámetros establecidos por el profesor y su deber es obedecerlos. Otro aspecto que cabe destacar de los alumnos es su poca presencia activa en el aula. Ellos se limitan a escribir y copiar las palabras del discurso del docente, es decir, es una participación pasiva dentro de la acción.

 

Personalmente creo que este sistema no es el que adoptaría un buen profesor. Sin embargo, una participación activa de los estudiantes, junto con la presencia de su voz y de sus opiniones es fundamental para comprobar que el contenido se interioriza de forma adecuada y, por lo tanto, que se aprende; no solo se queda grabado en un papel, sino que también se fosiliza en la mente del aprendiz. Esta interacción también es una oportunidad para el maestro para ver cómo enfocar esos contenidos en el aula. Las dudas de los estudiantes permiten notar qué aspectos son más difíciles para ellos, por lo que el profesor puede planificar las sesiones haciendo hincapié en estos puntos, más que en otros que les sean más fáciles. Y, si es necesario, complementar la teoría con actividades extra u otros materiales didácticos para lograr el objetivo de asimilación y aprendizaje.

 

Las explicaciones por parte del profesor deben ser claras, concisas y precisas y hay que evitar instrucciones confusas o que den lugar a errores que se originen en la mala praxis del docente al desarrollar el discurso o la actividad. Una buena práctica, por ejemplo, sería escribir esquemáticamente en la pizarra los conceptos clave o fechas que deban recordar.

 

Además de estas características, un buen profesor lleva la clase preparada y sabe qué hace en todo momento. Es decir, no llega a clase y abre el libro por la última página trabajada e improvisa in situ, sino que dedica un tiempo antes de llegar al aula a preparar el contenido, planificar la clase, los materiales, etc. No obstante, también debería saber manejar situaciones imprevistas que, quizás, cambien el transcurso de los acontecimientos que tenía previstos.

 

En conclusión, a un buen profesor no solo le atañe transmitir un contenido académico, sino que también es responsable de llevar a cabo exitosamente otros aspectos vinculados directamente con la docencia, como los que hemos comentado anteriormente a modo de ejemplo. No obstante, los puntos tratados en esta entrada no son los únicos que se deben tener en cuenta en la consideración de un buen profesor, ya que la lista puede ser muy extensa.

 

".La educación no es llenar un cubo, sino encender un fue"

William Butler Yeats

 

La profesión de docente goza del privilegio de ser ese granito de arena que, poco a poco, va creando una gran montaña de conocimiento. Y como dijo Henry Adams:

 

"El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia."

Henry Adams

¡Hasta pronto!

#PuntodePartida

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