08/02/2019
¡Buenos días!
Hoy me gustaría hablar sobre el concepto de evaluación. Para empezar nos preguntaremos:¿evaluación equivale a examen? Definitivamente no, como podremos observar a lo largo de este post, los exámenes son una pequeña parte de lo que constituye este término. Evaluación no es solo aprobar o suspender, pasar un examen o sacar un 9 o un 4. La evaluación está directamente vinculada a la docencia, a los objetivos, al currículo, a los contenidos, entre otros. Hay una triangulación de factores que intervienen y determinan la evaluación.
Bachman y Palmer (1996) hablaron sobre el término utilidad, que comprende subcategorías como la validez, la fiabilidad, la autenticidad, la practicidad, la interactividad y el impacto. Todas ellas se complementan para poder dar a luz una evaluación útil, en la que no solo se de crédito a la nota final, sino que se evalúen otros aspectos y se dé importancia al conjunto y al proceso de aprendizaje más que al producto final.
Se pueden distinguir diferentes tipos de evaluación, por ejemplo la auténtica, la normativa, la sumativa, la formativa, entre otras. Todas ellas tienen un enfoque diferente que las caracteriza y elegiremos una u otra en función de factores como los objetivos marcados o los contenidos trabajados, por lo que nuestra misión es crear un puente que una enseñanza y evaluación.
En cuanto a mi visión personal sobre el tema podemos decir que ha cambiado bastante respecto a la que tenía antes de iniciar esta asignatura. Antes cuando pensaba en evaluación mi cerebro directamente proyectaba imágenes como exámenes, notas, calificaciones, estrés, injusticia, entre muchos otros concepto negativos.
Por contra, ahora mi desagrado por la evaluación ha disminuido y puedo ver más allá de los exámenes. Con este clic que ha hecho mi mente me he dado cuenta de la importancia de muchos otros elementos como el de utilidad de Bachman y Palmer (1996), la elección del tipo de evaluación y sus ventajas e inconvenientes, la dificultad de elaborar las pruebas, la realidad económica que comporta este sector, entre otros. Además, mi mayor conocimiento sobre el ámbito me permite analizar las pruebas con una visión más crítica y comprender muchos más aspectos que antes al observar cualquier examen.
Retomando la pregunta inicial sobre si "evaluación es igual a examen" podemos decir que todavía hay, en mi opinión, la creencia generalizada de que es así. No obstante, los únicos que podemos cambiar esta falsa idea somos los profesores, puesto que somos los responsables de evaluar a nuestros alumnos. Por ello, está en nuestras manos transmitir que la evaluación no es algo negativo ni a lo que se deba tener miedo, sino todo lo contrario: sirve para reafirmar lo que el profesor ya puede observar en la clase, para asegurar que los estudiantes han interiorizado y aprendido los conceptos trabajados y se ha cumplido con los objetivos del curso satisfactoriamente.
Si nuestros alumnos entienden la evaluación como un aliado que les ayuda a mejorar en su proceso de aprendizaje, más que como un enemigo al que deben enfrentarse en el campo de batalla, la unión ideal y teórica entre aprendizaje, objetivos y enseñanza, mencionada por muchos expertos en el campo, como Williams o Figueras, llegará a convertirse en una realidad.
¡Hasta pronto!
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